domingo, 26 de junio de 2016

Disco y Fuego

Hoy, ya en pleno invierno, y en un día que le hace honor a la destemplada estación del año, elegimos aprovechar el fuego y las brasas que encendimos tempranito y que alimentamos con dedicación y gozo a lo largo del día.

Desde que amanecimos, nos instalamos frente a la chimenea con la idea de enaltecer el tan preciado y merecido ocio, tras una semana que , si bien fue más corta de lo habitual, se vivió sin menos esfuerzo que de costumbre.

Cada cual atendió a su juego: lectura, dibujo, juego, siesta, una peli... para todos los gustos.

Al caer la noche, nos dispusimos a preparar lo que cocinaríamos y comeríamos allí mismo: junto al calor del hogar, para no despreciarlo, para no abandonarlo ni siquiera por un instante. Es que la atracción del fuego es irresistible. Su gama de color, su fulgor, su chisporroteo, su aroma ahumado, su movimiento incesante, hipnótico...

Todo lo necesario emana naturalmente del fuego. Es, tal vez, una pulsión instintiva, casi salvaje, primitiva: estar allí, permanecer, sentir su calor, adormecernos frente a él, experimentar su magia, casi adorarlo... y además, cocinar y comer...

 El menú: Pollo al Disco.

Sencillo. Sustancioso. Deleitoso.

Y sin movernos del corazón de la casa.

Sin movernos de donde elegimos comenzar y culminar un frío, lacónico, ocioso día hibernal.

🌚🌠

Los ingredientes y su preparación:

Aceite. Cerveza negra. Abundante cebolla, morrón, ajo, zanahoria, papa. Pata-muslo de pollo. Sal pimienta negra.

Dorar el pollo en el disco y retirar. Dorar los vegetales. Agregar el pollo, las papas y la cerveza. Tapar y cocinar 45 minutos a fuego fuerte.



El disco en su cama de brasas

Servir y disfrutar. No es necesario usar cuchillo, sale tiernito, tiernito... Acompañamos con cerveza negra también.



Enjoy Winter!

lunes, 20 de junio de 2016

¿Afuera o en Casa?

Si uno disfruta mucho de cocinar, sabe elegir los ingredientes para un buen plato y se da maña para generar un ambiente acogedor alrededor de una mesa bien puesta... antes que salir a comer afuera, a veces es mejor quedarse en casa.

El tema es, claro, quién lava los platos... si hay lavavajillas, mucho mejor, ya que lo más engorroso se resuelve sin discusión.

Lo que favorece también al hecho de cocinar y comer en casa, es el de darse un gusto especial con algún alimento sofisticado, de esos que no comemos todos los días. Otra de las ventajas, es que lo degustaremos en su punto justo, que será, nada menos, que el que a nosotros nos guste.

Esta noche, no nos privamos de nada, y sin embargo, comimos en casa. En una noche de clima desapacible, no nos resulto imprescindible salir para deleitarnos con sabores de ensueño, sino que elegimos prepararlos y servirlos con toda la pompa, pero aquí, en el calorcito del hogar.

La entrada: langostinos en una salsa de pimentón, ajos y aceite de oliva... manjar indescriptible.


Plato Principal: salmón rosado a manteca de pimientas con alcaparras... en su punto justo.

Acompañamiento: espinacas a la crema.


Bebida: vino blanco espumante.

El Postre: a elección. Mousse de chocolate con naranjas confitadas (hechas en casa) y nueces. O castañas en almíbar con helado de crema americana, pero esta vez con un twist: una medida de brandy para darle brillo y fuego a un postre frío.



The nightcap: una copita de poderoso liquore Strega, y nueces pecanas (las que también usamos para el postre) que recolectamos de paseo por Fátima.



No hay restaurant que pueda reproducir las delicias que preparó Pablo anoche... o tal vez alguno pueda, pero les prometo: comer en casa, bien puede brindar el placer y  la satisfacción que ningún otro sitio jamás podrá.

Enjoy your life.

viernes, 17 de junio de 2016

Frío y Entónces... Fondue

Hay una comida que disfruto hacer, compartir  y comer, y se llama Fondue.

La sencillez de "cocinar" mientras se come, la ceremonia  de armar, sumergir y fundir cada pieza a gusto y piaccere en una misma olla, me resulta encantador.

La Fondue, ya sea Bourguignon o de Quesos, constituye una de nuestras preparaciones preferidas en época invernal. Como este fin de otoño se presenta frío, frío, ya largamos la temporada de este cálido manjar que se saborea en conjunto y armonía; entre silencios laboriosos y placeres compartidos; entre armado, fundición y deleite de cada bocado.

Hoy, y como más nos gusta, la Fondue de Quesos se celebra en el living de casa, junto a la chimenea. Calidez y paz en una noche helada, sosegada y azul. Al amanecer, la vista del jardín será de blanca y crujiente escarcha. Mientras lo pienso, me abrazan el abrigo del hogar refulgente y el calorcito de nuestra olla común...

Y de postre, el contraste: helado de crema con las castañas en almíbar que recolecté y preparé el día anterior...



La receta de Fondue de Quesos con la cual nos deleitamos cada invierno, una y otra vez, es la de la talentosísima Blanca Cotta (con algún que otro toque personal) y dice así...

Frotar un diente de ajo de buen tamaño por todo el interior del caquelón. Agregar unos 300 cc de vino blanco seco y una cdita de jugo de limón y llevar al calor de la hornalla. Cuando esté caliente, pero sin hervir,  incorporar de a puñados 200 gramos de queso emmenthal y 400 gramos de queso tipo gruyer rallados  (a nosotros nos gusta agregar también queso parmesano). Revolver y fundir con cuchara de madera y en forma de 8. Disolver 2 cditas de fécula de maíz en 30cc (o una medida) de kirsch y agregar mientras se sigue revolviendo. Condimentar con pimienta negra y nuez moscada.

Con la salsa ya lista, llevar al calentador en la mesa. Nosotros disfrutamos sumergir bocados de salchicha alemana, lomito especiado, tostaditas de pan frotado con ajo y oliva (y porqué no, un toque de pimentón ahumado), champignons, tomates cherry, nachos... las opciones son válidas mientras sean del gusto de los comensales.

Solemos acompañar esta Fondue con un Torrontés Salteño, pero en esta oportunidad, elegimos una buena Cerveza Negra: dulzona, espesa y cremosa.

Con variedad de sabores y texturas para despertar los sentidos, la noche de Fondue, siempre resulta reconfortante y encantadora.

Lectura recomendada para desplomarse en el sillón
¡A animarse a disfrutar de una buena Fondue!

miércoles, 8 de junio de 2016

De Olivos, Castaños y Eucaliptos

Tal y como lo expresé en Natura Espontánea, me resulta muy placentero andar por la naturaleza y tomar, responsablemente, los regalos que me ofrece. En este caso, nada menos que en mi zona de residencia, tengo algunos productos que me brinda en otoño y que apreciamos ámpliamente.

Muy cerquita de casa hay un frondoso olivo, y cada fin de otoño, nos acercamos a él en busca de las aceitunas que vemos crecer desde el verano. Las esperamos pacientemente hasta que toman un color violacio oscuro. Suele ser el momento del año en que salimos emponchados y, gracias al sol tíbio del mediodía, volvemos con los gorros y abrigos en las manos, ya entrados en calor por la caminata al aire libre. Nos gusta preparar las aceitunas en aceite (que luego usamos en ensaladas u otras preparaciones) o en salmuera. Como las aceitunas que recolectamos acá son un tanto amargas, la última versión es la que mejor les va. Luego de repetidas idas al árbol, tenemos suficiente para disfrutar todo el año.

Recién recolectadas
Para prepararlas en salmuera debemos remojarlas primero durante al menos 15 días, siempre renovando el agua.  Pasado este período, se prepara la salmuera: hervir sal en agua con laurel y albahaca (la proporción sería más o menos 70 gramos de sal gruesa por cada litro de agua). Una vez que se enfría, colar y cubrir las aceitunas en frascos previamente esterilizados. Dejar reposar durante 2 meses.
Este proceso admite, luego de finalizado, la incorporación de un aceite a elección a las aceitunas coladas. También podemos agregar condimentos tales como ají molido, orégano, pimentón o lo que más les guste. En la pizza, en ensalada o en una picadita quedan realmente muy ricas.



También muy cerca de casa, está el hípico que frecuentamos los fines de semana y allí hay castaños. Realmente, no lo había notado, ya que todavía no habíamos caminado esa zona del predio. La semana pasada tuvimos la fortuna de degustar helado con castañas en almíbar casero y el efecto fue absolutamente demoledor: DELICIOSO. Al descubrir las castañas en la tierra húmeda este Domingo en el hípico, no pude más que llenar mis bolsillos de morenos frutos que me devolvían, sin esperarlo, la posibilidad de saborear nuevamente ese postre inigualable. Debo reconocer, sin embargo, que dicha empresa no fue de lo más placentera, ya que incluyó alguna que otra pinchadura. De cualquier manera, estoy convencida de que bien valió la pena el esfuerzo. Ya las tengo en remojo y estoy más que dispuesta a intentar reproducir la dulzura de ese fruto en almíbar en mi propia casa.


Para prepararlas, debemos remojarlas por 24 horas para ablandar la cáscara. Luego, les realizamos un pequeño corte en la cáscara y las hervimos, (si se quiere, con un par de clavos de olor) para poder pelarlas completamente en agua fría. Preparamos un almíbar, el cual podemos perfumar con vainilla y allí cocinamos las castañas hasta que estén tiernas.




A la vera del camino que nos trae de vuelta a casa, hay una hilera interminable de eucaliptus medicinal. Esta extraordinaria planta de origen australiano es un verdadero don de la generosa naturaleza. Si ponemos a hervir sus hojas con un poco de agua y un buen puñado de sal gruesa, puedo asegurarles que se inunda la casa de aroma a bosque fresco y que en vahos puede ahuyentar al peor de los resfríos.

Las estaciones seguirán avanzando y con ellas nuevos frutos y tesoros nacerán para satisfacer a nuestras almas necesitadas de frescura espontánea y natural.


Que tengan una hermosa semana.