Nuestros mares nos ofrecen su belleza esplendorosa; su movimiento continuo; su fuerza incansable; su aullido permanente; pero además, por supuesto, nos ofrecen sus tesoros invaluables: sus frutos. Frutos que el hombre valiente extrae de ese universo colosal, vasto y generoso que es el Mar.
Anochecer de verano en Puerto Pirámides |
Cocinamos unos minutos y listo. Lo que sobre después de comer, puede aprovecharse al día siguiente con un buen arroz al curry.
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Para culminar y embellecer esta entrada, quiero compartir una cita de una hermosa novela Italiana titulada "La Casa Redonda" ("La Casa Rotonda") de Adriana Henriquet Stalli. Transcurre en mi Génova ancestral, ciudad portuaria, antigua y legendaria. Como no podría ser de otra manera, describe a la Mar; contemplada y enaltecida con acertadas palabras. ¡Qué lo disfruten!"El mar ruge y retumba con toda su violencia, bajo un cielo terso y sol abrasador.
Es hermosa esta violencia del mar. Corre jadeante en larga cadena, se hincha, se afila, se encrespa en ansias de alturas y de cielo. Sobre la cóncava y lisa pared pasan relámpagos de luz, destellos opalinos, transparencias verdes, deslumbramientos de oro y la cresta ya humea, ya se riza en bucles blancos, ya se derriba en una carcajada fragorosa, en un torbellino de espuma incandescente, que corre sobre el agua, busca, muerde ávida, se abisma, se pierde... y resurge, se rehincha y todavía se lanza, impetuosa hasta que llega al escollo que aflora y que, inmóvil, con ansia, la espera. Entonces la violencia lo embiste, la violencia allí encuentra su alarido más alto y su arrojo busca el último esfuerzo. Su luz es de una blancura inmaculada, ha perdido todo recuerdo de color, ya no es ola, ya no es agua, es una cosa nueva, es tan sólo una salvaje alegría."
El mar en Costa del Este |
Les deseo todas las virtudes del mar...