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Curry |
¡Ayyy! ¡Qué fresquete! Miro por la ventana y la luna es una medalla plateada en un cielo casi negro... señal de que, verdaderamente, hace frío. Bajan las temperaturas y hay que usar poco el gas, pero hay otras formas de elevar el termómetro interior. Una propuesta muy sencilla que sube la temperatura es cocinar con curry: esa mágica y fragante mezcla oriental, abrazada por los Ingleses de manera definitiva. ¡Es que las especias son absolutamente irresistibles!
Entonces anoche, mientras nos preparábamos para ver el episodio final de Downton Abbey, Pablo hizo una armoniosa selección de ingredientes que se fundieron en esta cazuela caliente:
Aceite de oliva
Bastante ajo fileteado
Cebolla
1kg de filet de pescadilla (muy suave y sin espinas, ideal para ofrecer a los niños)
Oporto
Sal y pimienta
Unas buenas cucharadas de curry
200 ml de crema de leche (que se recomienda agregar al final y no llevar a hervor para que no caiga pesada)
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Sal rosada, regalo de nuestros amigos
Coco y Mari |
El pescado se cocina rapidísimo, así que en un ratito está lista una súper cazuela para calentar el alma y despedirnos de los dorados años 20, de la mano de los Crawleys, Granthams y Carsons. By the way, ¡ellos sí que sabían comer! Igualmente, y con total honestidad, debo decir que la cazuela de pescadilla al curry hecha en Fátima, no tiene nada que envidiarle a sus suculentos platos nórdicos... Lo que sí vale la pena resaltar, es el ritual indiscutido de los modales en la mesa, respetados tanto por la aristocracia en su opulento comedor, como por la servidumbre en el subsuelo de Downton Abbey. Los modales dignifican, no importa cuán sencillos sean la mesa y sus comensales.
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Cazuela de pescadilla al curry |
Para el anecdotario... Mi hija mayor, Justina, de 9 años, es una lectora voraz. Es un ser sumamente curioso. Lee todo lo que se le cruza. Siempre. Una noche, durante la cena, luego de observarla comer con los codos abiertos y llamarle la atención repetidas veces, se me ocurrió el remedio a la antigua usanza: le coloqué una revista debajo de cada brazo para demostrarle que podía comer sin invadir el espacio ajeno. Al cabo de unos minutos, vuelvo a mirarla y ya no estaba comiendo. ¡Estaba concentrada, leyendo (como podía) la revista que todavía sostenía debajo de su brazo!
Les deseo una hermosa y fresca semana, sazonada con las especias más calientes que puedan encontrar.
¡Hasta la próxima entrada!
Encuentro tan tentadoras cada una de estas entradas que ya no puedo, ni permito que interrumpan mi lectura. Nos invitás a tu mesa donde reinan sabores que, de sólo imaginarlos, se despiertan todas las papilas. Y a tus historias, que son tan exquisitas y reconfortantes como tus platos. Un regalo para los sentidos!
ResponderBorrarGracias!!! Qué alegría!💗💗💗
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